Es difícil tener amigos, especialmente cuando se define como aquel individuo que te ofrece un afecto desinteresado, brindándote su apoyo en las buenas y malas situaciones de la vida y, sobre todo, que no te pide nada a cambio.
La amistad generalmente se forja con el paso del tiempo, un juez imparcial que dicta resoluciones a favor de ambas partes para mantener la estrechez del lazo que los une. Hoy en día es más fácil encontrar una aguja en un pajar que encontrar un verdadero amigo.
El primero de enero de 2010, después de la fiesta de Año Nuevo y dispuesto a ir a almorzar con la familia para el tradicional recalentado, conocí a alguien que hoy considero un gran amigo y cuya presencia ha dejado una huella imborrable en mi vida, provocando cambios sustanciales y una forma diferente de ver muchas cosas.
Eran las 13:30 horas y viajaba en el auto con mi esposa cuando ella me pidió detenerme, había visto a alguien que creía conocer. Sin mayor premura, me detuve. Confieso que a primera vista este individuo no me causó buena impresión: era duro, delgado, mal encarado y con un gesto de pocos amigos. Su vestimenta no era adecuada para el día ni el momento, ni para el tipo de persona que parecía o pretendía ser.
Lo invitamos a subir al auto, y aunque un poco reacio, accedió. En el trayecto a su destino, conversamos un poco. Se veía desganado, y supusimos que era por la desvelada de la noche anterior. La plática no duró mucho y continuamos nuestro camino hasta dejarlo en el lugar que nos había indicado. Por alguna razón, nuestra conversación generó coincidencias que nos llevaron a decidir seguir platicando al día siguiente.
Desde ese día han pasado muchos otros llenos de grandes pláticas, intercambio de ideas y comidas juntos, aunque más bien él comía porque nuestros horarios no coincidían con mi hora de comida.
Con esta amistad, he aprendido algo nuevo en mi vida: correr. Es una actividad que me complementa y que nunca pensé practicar. A pesar de que lo hacemos juntos dos o tres veces por semana, hemos establecido una especie de ritual al mantener silencio mientras corremos, cada quien aprovechándolo a su conveniencia; yo lo uso para reflexionar.
Hace cuatro meses mi amigo fue diagnosticado con cáncer. Todo ha cambiado mucho y definitivamente nadie está preparado para una noticia así, especialmente cuando se trata de alguien cercano. Los días se han hecho largos y las noches muy cortas. El tiempo ha sido testigo del estrecho lazo que hemos forjado y lo mucho que nos conocemos en tan poco tiempo.
Ha sido un período difícil, complicado y sobre todo confuso. Me ha pedido ayuda para partir de este mundo, pero no estoy preparado para ello y me he negado. He hecho cuanto he podido para postergar el fin y permitirle a mi amigo disfrutar cada minuto que le queda, y creo que lo he conseguido.
Hoy mi amigo partió, tuve que ayudarlo a emprender su viaje. Estoy seguro de que nos veremos nuevamente, para ser exactos creo que mañana y todos los días que salga a correr, porque seguramente él me acompañará pisada tras pisada.
El nombre de mi amigo es Jack y era un precioso pastor alemán. Lo encontré tirado en la calle, totalmente desnutrido, con una camisa mal ajustada que le impedía caminar. Fueron ocho largos meses de convivencia, de pelear, correr y disfrutar nuestra amistad. Definitivamente era un perro de edad avanzada, según el médico tenía más de 10 años. Me siento contento de haberle regalado un poco de mi tiempo, pero sobre todo estoy tremendamente agradecido de que él haya aparecido en mi vida.
Descansa en paz, Jack. Nos vemos mañana para correr.
6 comentarios en «Para un amigo especial»
Es una pena, solo lo conocí el día del box…después de su operación, no pensé que tuviera este desenlace… estoy seguro que el tiempo que estuvo contigo, fueron los más felices de su vida..
Saludos brother….
Lo siento mucho carlitos… se que Jack era importante para ti, pero lo mas importante fue el cariño que le brindaste esos 8 meses… Un ABrazoo! =)
Animo!
Se a lo que te refieres, comparto este sentimiento que te deja una huella muy especial.
En verdad lo siento; toda mi vida he tenido perros y me duele como no te imaginas cuando se van, así que entiendo el sentimiento. Pero que sirva para reconfortarte el saber que Jack se fué feliz (los perros son más agradecidos que muchos humanos), pasando la mejor temporada de su vida con personas que lo querían y cuidaron de el hasta donde fue humanamente posible.
Yo tuve la fortuna de conocer a Jack, era un perro leal y cariñoso, sobre todo para las personas con las que se sentía. Un bello ejemplar para los pastores alemanes, fuerte y con ganas de vivir. Hasta la vista, Jack Bauer 😉 se te recordará para siempre..
K lindo Relato sobre la amistad y la experiencia vivida con Jack!!